Contar mini-historias – storytelling – en español es una fantástica práctica para acercar a nuestros estudiantes a la comprensión del idioma de una manera simple y entretenida. Combinadas con la repetición de palabras clave, más algunas preguntas básicas, serán una fantástica actividad llena de input comprensible para nuestras clases de español.
El relato de mini-historias es una forma de traspaso de conocimiento, de forma oral, que ha existido desde tiempos inmemoriales en las sociedades humanas. La utilización de esta misma técnica para la adquisición de una segunda lengua es una adaptación más moderna. No obstante, posee la misma potencialidad de generación de aprendizaje que la original.
En esta entrada explicaré por qué comencé a utilizar las mini-historias en mis clases y los motivos para continuar haciéndolo. Igualmente, explicaremos cómo utilizo esta actividad en la clase y las partes de las que se compone.
¿Por qué utilizar mini-historias – storytelling – en mis clases de español?
El principal motivo para utilizar mini-historias es la necesidad de aumentar el tiempo de exposición al español de mis estudiantes. Más aún, sabiendo que esta exposición, en forma de storytelling, es un perfecto ejemplo de generación de input comprensible.
La idea de comenzar a practicar con las mini-historias es la solución que encontré a un problema que se me planteaba como profesor. Me di cuenta que gran parte de las clases se iban en explicaciones de vocabulario, frases o cuestiones gramaticales. Peor aún, en la mayoría de los casos estas explicaciones eran en inglés.
Buscando alguna metodología que pudiera solucionar esta problemática, me topé con las experiencias de Blaine Ray y su método TPRS – (Teaching Proficiency throw Reading and Storytelling). Basado en las teorías de Stephen Kransen y James J. Asher, y la importancia del input comprensible para la adquisición del lenguaje, Blaine desarrolló una metodología en la que, a través de la narración de pequeñas historias, aumentaba el tiempo de exposición de sus estudiantes al segundo idioma (en este caso español), y mantenía unos niveles de atención de los estudiantes mucho más altos que con prácticas previas.
En octubre de 2023 decidí que era hora de darle una oportunidad a esta metodología y comencé a realizar actividades en mis clases siguiendo algunas de las pautas del TPRS. Un año más tarde, aún con poca experiencia en la materia, puedo afirmar que la práctica está siendo exitosa y que los estudiantes cada vez siguen mejor el hilo de la historia y se sienten con más confianza para responder.
Foto 1: Ejemplo de imágenes para descripción de mini-historia.
¿Cómo desarrollo las mini-historias -storytelling- en mis clases de español?
A modo de resumen indico las características principales de esta práctica:
- Primera actividad de la clase – Después de presentar el plan del día.
- 3 a 5 minutos de narración de la historia.
- Historia real: anecdótica | divertida | curiosa | extraña
- Vocabulario clave y utilización de imagines de ayuda.
- Preguntas finales sobre la historia.
1. Inicio de la clase: La narración de la mini-historia la realizo en la primera parte de la clase, justo después de saludar y presentar el plan para el día. Las premisas para el tiempo de narración son claras: silencio absoluto y atención a la historia. Es común que los estudiantes, dependiendo del grupo, vayan traduciendo a su idioma en voz alta o haciendo preguntas y comentarios con sus compañeros. Aprovecharemos aquí para hacer un pequeño parón y recordar que es necesario estar en silencio para poder escuchar el storytelling antes de comentarlo.
2. Tiempo limitado: Intento que la historia ocupe 5 minutos como máximo. Primero porque la capacidad de atención va disminuyendo según pasa la narración. Segundo, porque quiero aprovechar el tiempo a continuación para comentar la información.
3. Historias reales: Mi preferencia es contar historias reales que me han sucedido, bien sea en mi fin de semana, vacaciones o tiempos pasados. Las fábulas y cuentos me parecen fantásticos pero, en mi caso, me siento más cómodo hablando de pasajes reales que he vivido. Intento que la historia tenga puntos graciosos, extraños, intrigantes o, simplemente, un punto anecdótico que genere interés en el grupo.
4. Palabras clave e imágenes: Acompañando a la narración siempre utilizo tarjetas con imágenes para que los estudiantes puedan visualizar la información de la que estoy hablando. También sirve de referencia para entender el hilo de la historia. En la medida de lo posible, las imágenes coincidirán con las palabras clave que quiero remarcar en cada historia.
5. Preguntas: Finalmente, después de contar la historia, realizo una serie de preguntas a los estudiantes de la clase. Esta es la parte de la actividad que considero más enriquecedora y, sin la cual, no aprovecharíamos el máximo potencial del storytelling.
¿Qué tipo de preguntas hago al final del storytelling?
Antes de comenzar las preguntas siempre explico a los estudiantes el objetivo de esta parte de la clase. En ningún caso las preguntas suponen un test de memoria o atención. Simplemente, es una forma diferente de volver a revisar la información de la mini-historia, en este caso, haciendo partícipes al grupo de la clase.
Las preguntas, y su nivel de dificultad, dependerán del nivel de español de los estudiantes a los que pregunto. El orden de dificultad que utilizo, de más sencillo a más complicado, es el siguiente:
¿Sí o no? Los estudiantes tendrán que decidir si la palabra, o frase, que digo es correcta (“sí”) o incorrecta (“no”). Las posibilidades de acertar están al 50% y la producción lingüística es mínima por parte del estudiante. De esta manera me aseguro que la tensión por hablar otro idioma es mínima y que la posibilidad de éxito en la respuesta es alta. Si el estudiante acierta, refuerzo su participación. Si el estudiante no acierta, refuerzo su participación y comento lo difícil que es, en ocasiones, comprender otro idioma.
¿Opción A u Opción B? La dificultad aumenta al tener que decidir entre 2 opciones de vocabulario. El procedimiento de acierto o fallo es igual que el anterior. En todo momento, recuerdo que las respuestas pueden ser en inglés, ya que mi objetivo principal es que los estudiantes comprendan la información de la narración.
¿Qué | Quién | Dónde | Cuándo | Por qué? La utilización de una pregunta directa sería la opción con más dificultad. El estudiante debe haber comprendido gran parte de la historia, más la pregunta, para poder interconectarlas y responder correctamente. En ocasiones, y como introducción a este tipo de preguntas, combino esta pregunta con la anterior: ¿Quién: Sara o Víctor? ¿Dónde: en casa o en el parque? ¿Cuándo: el sábado o el domingo? Etc.
La experiencia con las mini-historias en español está siendo un éxito. Primero porque consigo aumentar el tiempo de input comprensible de mis estudiantes y, con ello, las posibilidades de adquisición del lenguaje. Segundo, porque me ofrece una estructura inicial de la clase en la que los estudiantes prevén lo que va a pasar y facilita su atención en la práctica. Finalmente, porque fomenta la participación de todos los estudiantes, aportando experiencias positivas tanto para los que tienen más confianza como para los menos atrevidos participar en voz alta.
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